Quiero compartir con vosotros parte de la que ha sido mi trayectoria durante los últimos años.

En febrero del 2003 me incorporé a un despacho de abogados en una de las zonas nobles del Madrid de los negocios, donde me inicié en el ejercicio de la abogacía y tuve los primeros contactos con mi profesión.

Desde el primer momento descubrí que me apasionaba el derecho penal, y que a medida que avanzaba el tiempo, empezaba a dominar el miedo en estrados, lo que me permitió mejorar muy rápido, empezando por la oratoria en los debates, con personas mucho más cualificadas que yo y con más años de ejercicio.

También descubrí pronto que me desenvolvía bien en el cara-cara con el cliente, en la comunicación y empatía asociada a este trabajo, y que empezaba a diferenciarme de otros abogados del despacho, ofreciendo unas buenas condiciones de seguridad.

Dado que en el despacho donde trabajaba el derecho penal era la columna principal, y el trabajo era desbordante, tuve la suerte de defender asuntos de cierta seriedad y dificultad, y en compañía de abogados técnicamente excelentes que a la larga me animaron a dar el salto y abrir un despacho propio.

Recuerdo que en esa época, por poner un ejemplo, me tocó defender asuntos de bandas organizadas acusadas de entrar a robar en domicilios con los moradores dentro. Las peticiones fiscales en esos casos superaban los 20 años. En ese contexto, participé en varios juicios que me encomendó el titular del despacho, con muy buenos resultados. También defendí asuntos complejos de agresiones sexuales con peticiones fiscales de más de 50 años de prisión, abordé la defensa de muchos asuntos de tráfico de drogas, así como delitos contra el patrimonio, todos ellos con resultados óptimos.

En poco tiempo me convertí en la mano derecha del titular del despacho, teniendo encomendada la gestión y distribución de asuntos, así como su seguimiento. En esta época aprendí el oficio del abogado y me curtí en las comisarias, cárceles y juzgados, ya que trabajando en ese despacho posiblemente visité todas las cárceles, comisarias y juzgados de la península.

Y fue pasando el tiempo, y en el año 2006, y a pesar de empezar a tener cierta estabilidad económica, decidí junto con otro abogado abrir despacho propio.

Durante los casi diez años siguientes por mi cuenta, si bien la actividad ha sido diferente a la que existía en el despacho en el que comencé, he crecido como jurista, estudiando los casos con más calma, detectando errores que en el pasado sufría y que también cometían personas con más experiencia que yo. He tenido la ocasión de perfeccionar mi técnica jurídica y el dominio del proceso penal en muchos tipos de delitos, la técnica de interrogatorios, escritos y recursos, así como el plano de oratoria en Tribunales.

Pero también hay cosas que no han cambiado a lo largo de estos años. En el plano profesional decidí muy pronto procurar ser lo más objetivo y transparente posible, valores a cultivar en mi opinión, ya que al ser el responsable último de la defensa, siempre consideré que jamás debería entrar en el plano de las justificaciones ante la falta de resultados.

Si bien esto último ha podido acarrear la pérdida de algún cliente por no ofrecer lo que él buscaba, he recibido el agradecimiento de muchos otros a los que he defendido a lo largo de todos estos años. La mayoría, salvo excepciones que las habrá, han mostrado una satisfacción sincera por el trabajo realizado. Se han sentido respetados en situaciones muy complejas.